Si tengo cáncer de tiroides, ¿cómo afecta esto a mi bebé?
El cáncer de tiroides es el segundo tipo de cáncer más comúnmente diagnosticado durante el embarazo, después del cáncer de mama. Aunque en condiciones normales se trata de un tipo de cáncer con buen pronóstico cuando se diagnostica a tiempo, la situación resulta un poco más compleja durante la gestación debido a las restricciones que surgen para utilizar los tratamientos tradicionales.
Determinar el momento oportuno de la cirugía, el impacto del embarazo en el pronóstico del cáncer de tiroides son factores importantes que tu cirujano de cabeza y cuello debe tomar en cuenta al tratar tu caso.
Antes de tomar cualquier decisión, es necesario que conozcas todas las opciones, beneficios y los posibles riesgos tanto para ti como para el bebé. Si quieres saber más, en este artículo te contamos todo lo que debes saber sobre el cáncer de tiroides durante el embarazo. Y siempre se debe recordar el embarazo es una contraindicación absoluta para la administración de yodo radioactivo.
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¿Qué es el cáncer de tiroides?
El cáncer de tiroides se produce en las células de la tiroides, la cual se encarga de producir hormonas que regulan el ritmo cardíaco, presión arterial, temperatura corporal y peso.
El cáncer de tiroides podría no causar ningún síntoma al principio, pero a medida que crece, puede causar dolor e hinchazón en el cuello. Existen varios tipos de cáncer de tiroides. Algunos crecen muy lentamente y otros pueden ser muy agresivos. La mayoría de los casos de cáncer de tiroides se pueden curar con tratamiento.
Las tasas de cáncer de tiroides parecen estar aumentando. Algunos médicos piensan que esto se debe a que la nueva tecnología les permite encontrar pequeños cánceres de tiroides que tal vez no se hayan encontrado en el pasado.
Cáncer de tiroides en el embarazo
Recibir un diagnóstico de cáncer de tiroides durante el embarazo es más común de lo que se puede pensar. Esto se debe a que la edad promedio en que se diagnostica esta enfermedad suele ubicarse por debajo de los 40 años y, además, tiene una alta incidencia en mujeres, por lo que no es extraño que afecte a mujeres en edad reproductiva.
Aunque es difícil manejar un diagnóstico de este tipo durante la etapa de gestación, no son procesos incompatibles. Cada caso es único y debe ser evaluado por un cirujano, pero siguiendo los cuidados y precauciones recomendadas por tu especialista de cáncer de cabeza y cuello, es posible llevar a término satisfactoriamente el embarazo, sin que esto signifique un aumento significativo de los riesgos para la madre.
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¿Cómo cambia la tiroides durante la gestación?
El tamaño de la glándula tiroides normalmente aumenta en un 30% durante el primer y tercer trimestre del embarazo. El nivel de TSH fluctúa durante este periodo, disminuyendo durante el primer trimestre, pero luego vuelve a la normalidad.
Como la tiroides fetal no puede concentrar yodo hasta la semana 12 de gestación, la T4 materna es la única fuente de hormonas tiroideas para el feto. Para monitorear la función tiroidea durante el embarazo, se utilizan rangos de referencia especiales en relación con la edad gestacional para evitar la interpretación errónea de las pruebas de función tiroidea.
Esto es de suma importancia en el monitoreo de pacientes con cáncer de tiroides conocido, ya que el nivel de TSH guía el ajuste de la dosis del tratamiento.
Diagnóstico y tipos de cáncer de tiroides
Cuando se detectan nódulos tiroideos durante el embarazo, con frecuencia son diagnosticados erróneamente debido a los cambios fisiológicos que sufre la glándula de manera natural durante la gestación. Sin embargo, cualquier hallazgo clínico o de ultrasonidos, son suficientes para sospechar malignidad y deben ser tratados en consecuencia.
El cáncer de tiroides papilar es el tipo histológico más común detectado en mujeres embarazadas, del cual entre el 90% y 95% son diagnosticados en etapa I y la mayoría se encuentra en el primer trimestre del embarazo durante la primera visita prenatal.
El predominio del cáncer papilar puede ser un factor importante que favorece la enfermedad localizada, ya que estos cánceres hacen metástasis lentamente, y principalmente en el sistema linfático, mientras que los cánceres foliculares menos comunes tienden a propagarse y tienen una mayor frecuencia de metástasis a distancia.
Aunque el cáncer de tiroides durante el embarazo puede tener un crecimiento más rápido ya que los factores hormonales (principalmente HCG) pueden acelerar la progresión del tumor, el impacto real del embarazo parece ser mínimo.
¿Afecta mi embarazo el pronóstico de curación?
El efecto del embarazo sobre el pronóstico del cáncer de tiroides ha sido investigado en múltiples estudios científicos, sin embargo, hasta ahora no se han encontrado datos concluyentes para determinar si empeora el pronóstico de la enfermedad.
Es decir, no se han encontrado datos que certifiquen que el embarazo pueda influir directamente en el crecimiento del cáncer, que empeore (ni tampoco que mejore) el pronóstico de la paciente. Más allá de las restricciones de tratamiento y monitoreo constante, las pacientes que son diagnosticadas con cáncer de tiroides pueden continuar su embarazo con normalidad.
¿Afecta esto a mi bebé?
Como hemos mencionado antes, no existe evidencia clara de que la salud del bebé y su normal desarrollo puedan verse afectados por el diagnóstico de la madre. Sin embargo, las alteraciones de la hormona tiroidea deben ser vigiladas cuidadosamente para mantener el equilibrio hormonal que necesita el feto en crecimiento, en especial durante el primer trimestre.
En estos casos, el tratamiento recomendado tomará en cuenta todos los factores que pueden llegar a afectar al bebé, buscando reducir cualquier potencial riesgo. En líneas generales, no hay impedimento para que tu bebé pueda nacer completamente sano, pero siempre es necesario que consultes con tu cirujano de cáncer de cabeza y cuello, quien en conjunto con tu obstetra podrá darte orientaciones concretas según tu cuadro clínico.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento y el seguimiento del cáncer de tiroides en mujeres embarazadas son los mismos que se usan en pacientes no embarazadas, excepto por el uso de yodo radioactivo. La radiación está contraindicada, debido a que la exposición a esta, puede causar severas malformaciones en el feto.
Asimismo, el ginecólogo u obstetra de la paciente, deberá trabajar en conjunto con el equipo médico oncológico para elaborar un plan específico para el caso. Este plan debe tomar en cuenta factores como el tamaño, etapa y ubicación del tumor, el tipo, la fase del embarazo en que se detectó, edad de la madre y su estado de salud general, y finalmente, los deseos de la paciente sobre cómo quiere proceder.
Cualquier decisión que se tome con respecto al plan de tratamiento, estará enfocada en maximizar las probabilidades de recuperación de la madre y reducir al mínimo, los riesgos para el bebé. Para esto, se suele evitar la realización de la cirugía de extirpación del tumor hasta después del parto, aunque en caso de ser necesaria, se puede realizar durante el segundo trimestre.
En estos casos, simplemente se mantiene una vigilancia cuidadosa hasta que se pueda hacer la cirugía y si el nódulo llegase a crecer, aun con el tratamiento supresivo o no, puede ser necesario repetir la biopsia.
¿Qué esperar después del parto?
Una vez el embarazo llega a término satisfactoriamente, la aproximación clínica y el plan de tratamiento puede cambiar. Dependiendo de las acciones tomadas durante la gestación, es posible que se programe la cirugía para extirpar los nódulos – si no se realizó durante el embarazo – y posteriormente continuar con la yodoterapia.
En caso de utilizar terapia con I-131 o yodo radioactivo, es posible que la lactancia materna tenga que ser suspendida debido al riesgo de exposición radioactiva que puede tener el bebé. Sin embargo, en algunos casos la lactancia durante el tratamiento con radiación puede ser segura dependiendo la dosis de tratamiento suministrada.
Algunas mujeres se sienten culpables si no pueden amamantar, pero lo más importante es que la madre pueda curarse y recuperarse para poder seguir cuidando a su bebé. A largo plazo, lo más importante para este infante, será la crianza y cuidado que su madre le dará y un factor como amamantar no va a cambiar la relación madre – hijo. Consulta con tu cirujano de cáncer de cabeza y cuello, en conjunto con pediatra, oncólogo y obstetra, para encontrar la mejor forma de alimentar a tu bebé sin poner en riesgo tu salud.
Ser diagnosticada con cáncer de tiroides durante tu embarazo no es una situación sencilla, con las expectativas a flor de piel, puedes sentir que tus planes de ser madre ya no serán posible. Nada más alejado de la realidad.
Cada vez los tratamientos son más seguros y con un manejo adecuado en conjunto con los especialistas de cabeza y cuello, puedes continuar con un embarazo sano sin poner en mayor riesgo tu vida. Si te pareció interesante este artículo, cuéntanos en los comentarios, ¿qué mitos conoces sobre el cáncer en el embarazo?